El autorretrato actúa como un espejo mágico donde exploramos nuestra identidad en el cruce de dos culturas. Se convierte en una poderosa herramienta que vincula nuestras reflexiones personales con expresiones artísticas. Al pintar o dibujar nuestra imagen, no solo investigamos nuestras raíces y cómo influyen en nuestra percepción del mundo, sino que también participamos en un diálogo entre la psicología y el arte.
Siguiendo esta línea, la artista describe en su obra la dualidad de su origen, reflejada visualmente al dividir su ser entre herencia europea y árabe mediante el uso de colores vibrantes y patrones decorativos. Este autorretrato intenta visualmente desglosar las capas de la identidad, explorando la complejidad humana y la conexión entre experiencias y orígenes.
De esta manera, la expresión artística no solo revela la dualidad cultural, sino que también se convierte en un medio para explorar la autoconciencia, integrar la historia personal y reconciliar las partes fragmentadas del yo en un fascinante diálogo entre el arte y la psicología.